Consuegra Higgins, José2021-12-102021-12-1019969581401695https://hdl.handle.net/20.500.12442/9224Rafael Alberti, en su afán de justificar La Arboleda Perdida, que son memorias de infancia y juventud, acude a Miguel de Unamuno, para decir con él que no sabe cómo puede vivir quien no lleve a flor de alma los recuerdos de su niñez. Y, Tolstoi, más sentencioso, comentó algo que mucho se repite: Mira, bien tu aldea, mírala en profundidari y serás universal. Yo no pretendo conseguir lo ofrecido por Tolstoi. Apenas si me anima el deseo de traer a mi lado añoranzas perdidas por la niebla del tiempo que, cada vez más, a medida. que me alejo, adquieren la figuración de vivencias retocadas. Mi memoria me sirve de cómplice, y parece prestarse para él goce: encima de las espinas de los zarzales y piñuelas que bordeaban caminos y espesuras, están allí las campanitas, con su manto verde y blanco extendido hasta el horizonte.pdfspaAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 InternacionalAnécdotasLiteratura colombianaDel recuerdo a la semblanza. Relatosinfo:eu-repo/semantics/openAccessinfo:eu-repo/semantics/book