Royero, YinethSuárez, MaritzaSánchez, GinaMarín, Yerly2019-10-082019-10-082006https://hdl.handle.net/20.500.12442/4086En un campo como el de los géneros, las sexualidades y las subjetividades, todo caracterizado generalmente por la incertidumbre, los actores, en este caso las mujeres, generalmente le apuestan a construir una trama interpretativa de los acontecimientos que se palpan en la sociedad colombiana, para aprehender el juego de las tensiones al que los cuerpos femeninos y masculinos están sometidos entre las permanencias de los cánones sociales y los tránsitos que se avizoran. Según Ángela Estrada la idea es más compleja si partimos de lo público y lo privado y los patrones culturales altamente relacionados intragéneros. El cambio de milenio siembra en las personas y su cultura la idea de algo inevitable, de algo que se rompe para dar paso a algo totalmente nuevo, los modelos de feminidad cambian pero la mujer de hoy sigue siendo madre, un poder pírrico ganado en tenaz lucha y cuyo reconocimiento sólo se alcanza después de muchos años cuando se logra aglutinar la familia. Entrar al alma femenina, enumerar sus talentos, constatar sus luchas y pulsar sus fuerzas para mirar los logros y las realizaciones puede ser aparentemente fácil, pero imaginar, contemplar sus fracasos y frustraciones es una lección de humanidad, de sensibilidad y grandeza que para muchos hombres sencillamente pasa desapercibida, porque continúan los abusos, las injusticias, generalmente, la que se ubica en estratos sociales bajos sufre una cultura marginalizaste relegada a la función de crianza y de servicio al sexo dominante. La modernidad le ha permitido a las mujeres incursionar más allá de los límites establecidos por los hombres, se han podido educar, salen a trabajar construyendo una visión general del entorno, pero a un precio que pagan con creces. Es innegable la prevalencia de la represión presente en las representaciones sociales hechas a las entrevistadas, su condición cultural y de poca preparación sumada a la fuerte presión ejercida se expresa en comportamientos muy sumisos y con poca auto estima, en la medida que el buen trato se aleja de sus componentes éticos y amorosos, se va configurando en él una tendencia destructiva que apunta hacia la posesión del otro, la agresividad y la violencia, instaurándose relaciones basadas en la aniquilación, el maltrato, la dominación y la indiferencia. Actualmente, lo que se refleja en el panorama nacional como resultado de la represión del diálogo y la sensibilidad, es la aparición de una cultura exageradamente violenta, donde priman los impulsos sádicos y destructivos configurando una vista bastante desalentadora acerca de las posibilidades de desarrollo humano en Colombia.spaAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 InternacionalTrabajo socialAproximación a las representaciones sociales de las mujeres maltratadasOtherinfo:eu-repo/semantics/restrictedAccess